Sobre grafos y cordones etéricos

La teoría de grafos, de la cual una aplicación práctica es Internet, es una herramienta para estudiar asociaciones entre elementos. No vamos a ponernos demasiado académicos, pero es importante redondear la idea de los grafos como un conjunto de vértices o nodos y las relaciones entre ellos conocidos como aristas. Básicamente, se utiliza esta teoría para aplicaciones en logística, redes, y en definitiva para el estudio de estructuras a fin de ubicar el camino más corto, o el nodo sumidero con más ingresos o el nodo fuente con más egresos.

Un árbol jerárquico,
notar el sumidero superior
Podríamos aventurar que una red o grafo está equilibrado cuando la diferencia entre las aristas salientes y entrantes (ponderación) de cada vértice es mínima con respecto al promedio de los demás vértices; esto sería similar a percibir que el intercambio es equilibrado, ningún vértice se aprovecha de otro. En cambio, tratamos con un árbol jerárquico cuando la mayoría de los vértices del grafo ceden más de lo que reciben, e inversamente, pocos nodos obtienen más de lo que ceden; si disponemos los cuantiosos nodos que emiten en la base y los estratos que reciben en la parte superior vemos la típica disposición triangular.

Hemos dado con algo: es aquí donde el ojo entrenado quizá se tope con un concepto importante, que se puede entender de manera espiritual, esotérica, o socialmente; pues en definitiva, un sumidero de un grafo podría verse como un parásito: un vértice entrópico que no cede energía y que sólo se encarga de succionar la de otros.

Incluso podríamos ir más lejos y plantear que una realidad es entrópica cuando un vértice o un conjunto elitista de estos recibe, ya sea por imposición (violando el libre albedrío de los vértices inferiores) o por devoción (al ceder libremente como una forma de adoración a los vértices superiores), energía de los estratos predados sin dar nada o muy poco a cambio.

Pero intentemos retrotraernos un poco y utilizar los grafos para analizar la realidad que está a nuestro alcance; podríamos definir un grafo que represente de manera energética a las entidades y asociaciones con las que nos relacionamos de manera cotidiana: una persona, una mascota o incluso nuestro alimento. Cualquier entidad que podamos identificar, sea o no humana, es un vértice y la asociación es una arista; cada arista puede ser entrante (desde donde se obtiene energía), entrante-saliente (desde donde se intercambia) o saliente (donde se cede energía).

El doctor Samuel Sagan, un reconocido investigador sobre las realidades etéricas, plantea una técnica denominada ISIS (del inglés Inner Space Interactive Sourcing o Sondeo Interactivo del Espacio Interior) para poder vislumbrar aquellas regiones de este grafo que permanecen ignoradas, en especial aquellas a las que estamos sujetos a un intercambio velado con diferentes entidades negativas, de las que no somos conscientes pero que decididamente nos afectan.

Del análisis y evidencia que plantean sus propios pacientes se deben reconocer dos cuerpos sutiles diferentes: los cordones y los entes negativos. Los cordones etéricos son análogos a las aristas del grafo por donde transitan energías; en las terminaciones de un cordón puede encontrarse otra entidad viviente (e.g. otro ser humano) aunque en la actualidad no se mantenga contacto físico, por eso son denominados cordones ligados al apego; en palabras del doctor Sagan:
Un cordón es un tipo de conducto astro-etérico por el cual circulan con cierta constancia energías y emociones. En el nivel astral, las emociones no son cosas abstractas sino que tienen formas y ondas hechas de diferentes sustancias astrales. Cualquier intercambio emocional entre dos personas crea un flujo de energías astrales. Sin embargo, un cordón es más que un flujo, es una circulación permanente que une a las dos partes. No sólo transmite ondas emocionales, sino también fuerza vital, es decir energías etéricas.
Los entes negativos del etérico en cambio, son los vértices del grafo, y como tales debemos considerarlos como sumideros, ya que en definitiva se trata de parásitos que no ofrecen nada a cambio; continúa el doctor Sagan:
Los entes se sienten atraídos a las emociones intensas. Como hemos visto, los clientes describen como el ente crea antojos de azúcar, comida chatarra o sustancias tóxicas, y además disfruta del placer que acompaña a estos antojos. De la misma manera, la mayoría de los clientes relatan como el ente se fortalece cuando experimentan cualquier forma de disfrute sensual, o emociones fuertes como el enojo, abatimiento, frustración, o cualquier forma de dolor emocional, melancolía, tristeza y depresión. [...] ¿Qué es lo que los entes desean?
  • Es posible que busquen satisfacer un deseo en particular o una adicción como beber, el sexo o las drogas.
  • Quizá se enfoquen en una emoción específica: dolor, melancolía, sufrimiento, castigo, culpabilidad, violencia, etc.
  • Posiblemente deseen que alguien los cuide y proteja.
  • Algunos entes únicamente quieren que los dejen solos, dormitando en un ambiente cálido y cómodo.
Puede haber muchas otras posibilidades, pero una de las características más comunes es que los entes están programados para ir en una dirección específica, que les permita repetir el mismo patrón una y otra vez.
Michael Whelan retrata
los cordones etéricos
Con esta última frase, podemos realizar una curiosa reflexión... ¿quién programa o realiza la adhesión de estos entes? ¿son los entes los introyectos a los que se refiere la doctora Elan Golomb? ¿por qué la dirección específica siempre tiende a establecer una fijación de una desviación o adicción?

¿Tal vez por encima de los entes negativos existan entidades de mayor consciencia que los dirijan y los destinen a operar en personas específicas? Esta audaz idea quizá nos lleve a cuestionarnos la realidad como un tablero inclinado.

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