Gusanos y espirales: las formas de ver el Tiempo

¿Quién no ha cuidado plantas alguna vez? Si no lo ha hecho, quizá le convenga intentarlo antes de seguir leyendo... al parecer es requisito saber cuidar hermanos más chicos antes de graduarse.

Aquel que sabe de plantas, conoce de la alquimia del fuego, agua y tierra; aunque tal vez quienes más sepan de tierra sean las lombrices. Comentaba Aristóteles que las lombrices son el intestino de la tierra, procesando restos de olvidados otoños, construyendo arcadas subterráneas y enriqueciendo el suelo a su paso.

¿Pero qué saben las lombrices de nuestra realidad? Con su pequeño entendimiento, una lombriz poco comprendería de las vicisitudes y rutinas diarias; nuestro acontecer apenas se asoma en la maceta que escuda su ignorancia.

Podemos darnos una idea, que con su limitada vida se sorprendería en saber que las estaciones ciclan en una ristra de ocres otoños, pálidos inviernos, exuberantes primaveras y cálidos veranos; seguramente percibirían el tiempo de manera lineal: hay un comienzo y un fin y estos están en extremos opuestos.

Hic est Draco
caudam suam devorans
Sin embargo, y aunque nos sea imposible transmitírselo, podríamos asegurarle que, porque en nuestras vidas experimentamos varios de estos ciclos, las estaciones se repetirán una tras otra... no son lineales, el comienzo y el fin comparten el mismo tiempo. ¿Pero que ocurriría si existiese un ser superior que tuviese el mismo diferencial de consciencia que hay entre nosotros y las lombrices? ¿Quizá podría ver el tiempo de manera diferente a la nuestra? ¿Manipularlo o transitarlo a voluntad, quizá? ¿Tal vez lo que nosotros entendemos como nuestra civilización, es decir, una continua evolución e integración de conocimientos fuese apenas un ciclo en su entendimiento? ¿Tan solo uno de muchos otros?

Consultado el Dalai Lama sobre la posibilidad de lapsos o compases en los que la eternidad se va midiendo y que los griegos llamaron eones respondió:
No hay límite para los muchos y grandes eones. La existencia de este tipo de tierra se desintegra; empieza a tener forma y de nuevo se desintegra en todas las partes del universo.
Ahora bien, este ciclo circular o urobórico quizá se trate de una buena analogía con el actual concepto científico inflacionario y los universos paralelos; el físico teórico Michio Kaku expone en su libro Universos Paralelos la teoría del Multiverso:
[...] Llevado a su conclusión lógica, eso significa que la inflación es continua y eterna, que ocurren big bangs todo el tiempo, y que brotan universos de otros universos. En esta imagen, los universos pueden «echar brotes,» que son otros universos, y crear así un mutiverso. [...] También significa que nuestro propio universo podría haber brotado de un universo anterior. En el modelo inflacionario caótico, el multiverso es eterno, aunque los universos individuales no lo sean.
La Cosmología Cíclica Conforme
de Roger Penrose
Sin embargo, el prestigioso físico matemático Roger Penrose, autor del libro El Camino a la Realidad discrepa un tanto de esta idea y desconsidera la imagen inflacionaria dado que no podría explicar el bajísimo estado de entropía en el que se cree que estaba el universo al nacer: un grado de orden extremadamente alto que hizo posible la materia compleja. Penrose postula la Teoría del Estado Estacionario sosteniendo que el Big Bang es sólo uno en una serie de muchos otros, y que cada uno marca el inicio de un nuevo “eón” en la historia del universo:
[...] estos círculos nos permiten “ver” a través del Big Bang el eón que habría existido antes. Los círculos, dicen, son marcas dejadas en nuestro eón por las ondas esféricas de las ondas gravitatorias que se generaron cuando los agujeros negros colisionaron en el eón anterior. Y ellos dicen que estos círculos plantean un problema para la Teoría Inflacionaria, porque esta teoría dice que la distribución de las variaciones de temperatura en el ciclo debería ser gaussiana, o aleatoria, en lugar de tener estructuras discernibles en su interior.
Asumir la crisis de nuestra época es una magnífica oportunidad para que nuestra consciencia se mantenga lúcida frente al infinito acontecer, evitando alienarse y anquilosarse en momento alguno, en ninguna objetivación de ese transcurrir; si comparamos los dichos del Dalai Lama con la Segunda Carta de San Pedro vemos que:
En otro tiempo hubo cielos y hubo tierra salida del agua y en el agua asentada por la palabra de Dios, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en el agua; mientras que los cielos y la tierra actuales están reservados, por la misma palabra, para el fuego del Día del Juicio
El agricultor sabe que el grano está listo para la cosecha cuando está henchido; el ganadero engorda el chancho poco antes de llevarlo al matadero; ¿y cuando convendrá cosechar a la humanidad? Seguramente no durante los duros comienzos, ni tampoco en las edades oscuras; tal vez durante las guerras existan provisiones suficientes de loosh de los productos anexos y derivados.

El astuto pastor del cuento de Gurdjieff si bien es holgazán no por eso es menos maligno: luego de las guerras premiaría a la raza humana con tecnologías diversas que permitiesen un crecimiento demográfico, y aguardaría hasta que los instintos de la especie humana cubrieran todo el planeta... ¿cuántos? ¿seis o siete mil millones? ¡Un buen ciclo! Y a comenzar de nuevo...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario