Los Peregrinos de Tolkien

Hablemos un poco de Gandalf, el mago itinerante del Señor de los Anillos. Recordemos el nombre con que los elfos lo denominaban: Mithrandir, el Peregrino Gris. ¿Quién era Gandalf? Para la historia de la novela quedará como el mago que muere al enfrentar al Demonio en Moria, que significativamente retorna con un color definido, ya sin grises, y que desempeña el papel de catalizador en la destrucción de Sauron. ¿Acaso alguien se ha percatado de la raíz de este nombre? ¿Qué relación oculta habrá descubierto el profesor Tolkien entre este Aborrecido demiurgo, El Señor de los Anillos, y los saurios? ¿Por qué la extraña forma reptoide del Ojo? Sin embargo, el profesor Tolkien en un borrador de una carta al «Sr. Rang», sostiene:
Por tanto, resulta ocioso comparar semejanzas casuales entre nombres constituidos de «lenguas élficas» y palabras de lenguas «reales» exteriores, especialmente si se pretende que esto tenga alguna relación con las significaciones o ideas de mi historia. Para tomar un caso frecuente: no existe conexión lingüística ni, por tanto, conexión de significación entre Sauron, forma contenporánea de una más antigua, θaurond-, derivada del adjetivo θaurã (de una base de raíz THAW), «detestable», y la palabra griega σαύρα, «lagarto».
Pero Gandalf tiene un nombre diferente cuando accedemos a la historia previa de la Tercera Edad: su verdadero nombre en las Tierras Imperecederas era Olòrin (que proviene de olo-s visión o «construcción de la mente»): Señor de los Sueños Creativos. Podemos aventurar, por el relato que le transmite a Pippin durante la cabalgata hacia Gondor, que fue Olòrin quien sugirió la creación de los Silmarils al elfo Fëanor; después de todo Fëanor (Espíritu Ígneo) tiene bastante del vivo espíritu del Gandalf encarnado, y no olvidemos quién era el guardián de Narya, el Anillo de Fuego. Olòrin durante la Primera Edad no fue un Valar (una Potestad de la Creación), sino un Maiar: un espíritu angélico menor, pero de enorme conocimiento. Y es aquí donde puede ser de interés calzar las gafas de las densidades de consciencia... en definitiva, un Valar es claramente un ser de Sexta Densidad, y un Maiar es una entidad espiritual de Quinta Densidad.

Cuando Gandalf el Gris muere al enfrentar a una poderosa entidad de servicio egótico/destructivo, como es el Balrog de Moria, y renace como Gandalf el Blanco, es posible percibir una transmutación, o si se prefiere, una ascensión. Algo parecido es lo que ocurre al elfo Glorfindel -un personaje trágicamente eliminado de la película- que al morir en una situación similar durante la Primera Edad, vuelve reencarnado evidentemente ascendido en un Maiar, todavía en cuerpo de elfo, con capacidad de manifestarse en su esencia pura si la situación lo amerita, como ocurre cuando enfrenta a los Nueve Jinetes en el Vado de Bruinen.

Gandalf, el Bodhisattva Gris
La religión budista posee el término Bodhisattva para aquella entidad orientada significativamente en el Camino del Budha, que sin embargo y por amor a la humanidad vuelve a encarnar. Las Transcripciones Cassiopaea y las del Material Ra poseen un término curioso para aquella entidad que trascendió la Tercera Densidad (el nivel de consciencia humano) y que sin embargo decide volver a encarnar para brindar servicio al prójimo: un Wanderer. Para el ojo entrenado, la simetría de las características y los nombres son alarmantes: los magos Gandalf, Saruman y Radagast son Bodhisattvas en una misión, enviados como heraldos por los Valar; y como el profesor Tolkien nos cuenta:
Eran emisarios de los Señores del Oeste, los Valar, que todavía se reunían para el gobierno de la Tierra Media, y cuando la Sombra de Sauron empezó a agitarse otra vez, adoptaron medidas para oponerle resistencia. Con el consentimiento de Eru enviaron a miembros de su elevada orden, pero investidos en el cuerpo de Hombres, reales y no fingidos, sujetos a los temores y los dolores y las fatigas de la tierra, vulnerables al hambre, la sed y la muerte; aunque a causa de sus nobles espíritus no morían, y sólo envejecían por los cuidados y los trabajos de los largos años.
Y esto hicieron los Valar en el deseo de poner remedio a los errores de antaño, en especial el de haber intentado guardar y recluir a los Eldar por obra de una gloria y un poderío plenamente revelados; mientras que ahora sus emisarios tenían prohibido mostrarse con una forma majestuosa, o tratar de gobernar la voluntad de los Hombres y de los Elfos por despliegues manifiestos de poder, y se les ordenó que, asumiendo una forma débil y humilde, orientaran hacia el bien con consejo y persuasión a los Hombres y a los Elfos, e intentaran unir en amor y comprensión a todos aquellos a los que Sauron, si volvía, trataría de dominar y corromper.
Es fascinante observar como su labor es precisamente unir en amor y comprensión a las densidades de consciencia inferiores, es decir, en marcar el camino de servicio al prójimo; y como esta tarea debe realizarse con humildad y sin imposición, es decir, respetando el libre albedrío.

4 comentarios:

mundoemergente dijo...

Hola ranandiro,
Gracias por tu aporte al servicio a los demás. Sin duda Tolkien conocía estos temas, como muchos otros grandes escritores. Tolkien era un gran mitólogo y filólogo, y a través de sus obras volcó sus conocimientos de esas realidades sutiles que nos envuelven. Es por esto que sus obras, especialmente la trilogía del Señor de los Anillos ha encontrado un lugar en el corazón de tantos lectores, pues en algún recóndito rincón de nuestra consciencia nos revelan una verdad que sólo puede ser transmitida de alma a alma, a través de significados simbólicos que son comprendidos por nuestro hemisferio cerebral derecho, pero que son descartados como "ficción" por el hemisferio izquierdo. Un punto más para Tolkien!

ranandîro dijo...

Hola Ariadna,

uno de los secretos de los wanderers es poder inyectar su obra en silencio, evitando o minimizando las interferencias del Sistema de Control, a veces usando caminos alternativos escudándose en la niebla del trabajo creativo, como bien decís: en la "ficción".

Sin embargo, el ojo inquisitivo puede reconocer que el verdadero mensaje germina, haciendo emerger la estructura subyacente directamente en la mente preparada.

Parafraseando a otro wanderer: Aquel que tenga oidos, que oiga.

Anónimo dijo...

Gracias! Este articulo aporto comprension a muchas dudas e interrogantes internos

ranandiro dijo...

Gracias por comentar.