Si analizamos sus relatos, la gran mayoría de ellos nombra a extrañas entidades denominadas Los Antiguos y otras aun más ominosas conocidos como Los Dioses Exteriores. Estas entidades parecen coexistir con la Humanidad, y la tragedia -en general, dentro de sus cuentos cualquier personaje que observa, pacta o invoca a alguno de ellos culmina con un ataque de locura sino algo peor- acontece cuando los caminos se cruzan.
Pero por extraño que parezca, la locura que afecta a los personajes no parece ser una consecuencia directa causada por estas entidades -al menos en la mayoría de los relatos- sino más bien porque el protagonista no puede soportar la nueva panorámica de la realidad, es decir, la presencia de estos seres deja en claro que la perspectiva de la humanidad como punto cúlmine de la cadena alimenticia es falsa; del cuento Del Otro Lado (From Beyond, 1920) de H. P. Lovecraft: (2)
Súbitamente, comprendí que yo también tenía una suerte de visión amplificada. Sobre la caótica confluencia de luces y sombras, se erigió una escena que estaba dotada de solidez y precisión, a despecho de su aparente vaguedad. De alguna manera no parecía tan extraño, ya que la imagen insólita se imprimía sobre el transfondo terrestre conocido, a la manera en que una cinta cinematográfica se proyecta sobre un telón blanco de un teatro. Pude ver el laboratorio del altillo, la máquina eléctrica y la figura desencajada de Tillinghast enfrente mío; pero ninguna ínfima proción del espacio que separaba a estas cosas estaba vacía. Infinitas formas indefinibles, vivas o inertes, se entreveraban en un caos abominable; y al lado de cada objeto conocido, se movían mundos enteros y seres exóticos e ignotos. También parecía que los objetos cotidianos componían los desconocidos y viceversa. Había entre los seres vivos, principalmente, monstruos negros y pegajosos que se estremecían fláccidamente siguiendo el ritmo de las vibraciones que emitía la máquina. Su presencia era abarcadora, y descubrí horrorizado que se superponían, que era semifluidas y capaces de penetrarse mutuamente, atravesando lo que conocemos como cuerpos sólidos. Jamás permanecían inmóviles, sino que parecían moverse con algún objetivo malvado. Con frecuencia, se comían los unos a los otros, arrojándose el atacante sobre la víctima y haciéndola desaperecer de la visión. [...]En efecto, Los Antiguos y Los Dioses Exteriores parecen estar por encima de la Humanidad, y en todo caso la devoran o esperan que esta le rinda extraños cultos. Aquellos que conozcan el ensayo sobre el Necronomicon de Colin Wilson podrán comprender más a fondo el correlato entre los mitos de H. P. Lovecraft, los aliens (o ultraterrestres) y lo que en la mitología árabe se conoce como Jinns o Genios; es ciertamente probable que Los Antiguos no sean otros que la alta jerarquía de los Sheytans o Ifrits ubicados en la Cuarta Densidad de servicio egocéntrico, conocidos como Arcontes por los gnósticos:
— ¿Lo ves? ¿Lo ves? ¿Ves los seres que flotan y caen en torno y a través tuyo a cada momento de tu vida? ¿Ves las criaturas que forman parte de lo que los hombres llaman aire puro y cielo azul? ¿No he logrado romper la barrera, no te he mostrado mundos que ningún otro ser vivo ha visto? [...] ¿Crees que esos seres ameboides mataron a los criados? ¡Son inofensivos! Pero los criados han desaparecido, ¿no? [...] ¿Qué fue lo que mató a los criados? ¿Qué fue lo que los hizo gritar así?... no lo sabes, ¿eh? ¡Pronto lo sabrás! Mírame, escucha cuanto te digo, ¿crees que existen de verdad cosas tales como tiempo y magnitud? ¿Crees que existen cosas como forma y materia? ¡Pues yo te digo que me he sumido en profundidades que tu pequeño cerebro no alcanza siquiera a intuir! He visto más allá de los límites del infinito y frecuentado a los demonios de las estrellas... he viajado a lomos de las sombras que saltan de mundo en mundo sembrando la muerte y la locura... el espacio me pertenece, ¿me oyes? Tengo a ciertos seres ahora a mis talones, seres que devoran y disuelven, pero yo sé cómo escapar de ellos.
Con todo esto me resulta fácil creer que, una vez Lovecraft quedó absorbido por sus Mitos Cthulhu, sus “invenciones” tomaron vida propia, obteniendo su vitalidad del inconsciente colectivo. Y veinticinco años después de su muerte, Pauwels y Bergier presentaron su propia evidencia con la conclusión de que los seres humanos no eran las primeras criaturas inteligentes que deambulaban por la superficie de este mundo y que la Tierra puede haber recibido visitantes del espacio miles, sino millones, de años antes de que el hombre apareciese (sus teorías fueron popularizadas por el suizo Erich van Daniken). Y en libros con títulos como The UFO Menace y Why Are They Watching Us? los expertos en temas OVNI han adelantado teorías sobre los “alienígenas del espacio,” que se parecen notablemente a las últimas narraciones de “ciencia-ficción” de Lovecraft.
The Old Ones cotéjese con la descripción de los Reptoides encapuchados en las Transcripciones Cassiopaea |
August William Derleth albacea y editor póstumo de su venerado Lovecraft agregó el engranaje definitivo a los Mitos de Cthulhu; ahora además de los nefastos Antiguos y los terribles Dioses Exteriores existían unos seres superiores y «benignos» conocidos como los Arquetípicos.
Parece curioso, pero Derleth dio en la tecla justa declarando que los Arquetípicos no eran necesariamente «buenos» en el sentido humano, sino que actuaban de manera independiente, manteniendo una orientación creativa que se contraponía a las entidades del caos que gobiernan la realidad humana. ¿Tal vez lo que conjeturó fue la Sexta Densidad, aquellos seres de consciencia pura que honran la libertad humana? ¿Acaso no se los describe como los grandes enemigos de los Dioses Exteriores, en eterna batalla por el Cosmos?
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(1) Es interesante cómo definió Edgar Allan Poe el acceso a la Cuarta Densidad o Mundo Imaginal:
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“Hay un momento, cuando estamos a punto de dormir, cuando el alma está tranquila, la salud física y mental es perfecta, cuando los confines del mundo de la vigilia se mezclan con los del mundo del sueño que surgen originales visiones. Me siento capaz de provocar e inducir esas visiones, pero solo cuando las condiciones de salud y otras son favorables, lo cual no es fácil ni frecuente, si así lo fuera, habría trasladado el cielo a la tierra.”(2) Un escenario muy semejante es el que se vislumbra en el libro Los Guachos del psicólogo argentino Roberto Torres:
Continué avanzando con lentitud, tratando de controlar el temblor que iba tomando posesión de mi cuerpo, hasta que la neblina se evaporó de golpe y me llevé el susto más pavoroso de mi vida. Aparecimos viajando por una avenida de una gran ciudad en plena actividad cotidiana.En relación a esto, Lovecraft en el mismo cuento hace decir al personaje Tillinghast:
Quedé perplejo, sin aliento. Había cambiado la hora, entonces era la tarde, y todo parecía endemoniadamente normal. Atónito escuché la voz de Octavio, llamándome a prestar mayor atención a lo que estaba por manifestarse. Le obedecí y algo se descorrió, permitiéndome ver un infierno inconmensurable. Había todo tipo de horripilantes criaturas junto a la gente común, los transeúntes, quienes, me di cuenta, no se percataban de su presencia.
Octavio tomó mi brazo derecho y me habló muy cerca del oído:
— Manuel, no te asustes. Controla tu miedo. Estamos ante una oportunidad única, y nada terrible ocurrirá, excepto la impresión que te cause. Presta toda la atención que puedas. Te he traído, ayudado por el viento, a que veas quién es el Ente. Te repito, no temas. Ninguna de esas criaturas, ni esa gente puede vernos.
Vi miles de demoníacos seres que se deslizaban por la calle. Algunos tenían tentáculos que introducían en las personas. Otros eran como larvas, que parecían succionar diferentes zonas del cuerpo de quienes las llevaban colgando.
¿Has oído hablar de la glándula pineal? Me río de esos endocrinólogos superficiales, tan falsarios y advenedizos como los freudianos. Esa glándula es el órgano supremo de los órganos sensoriales... yo lo he descubierto. Después de todo, es parecido a la vista y transmite imágenes visuales al cerebro. Si eres normal, ésa es la forma en que recibirás casi toda la información... me refiero a las impresiones del otro lado.Curiosamente, en las Transcripciones Cassiopaea se refuerza la importancia de la glándula pineal como órgano sensorial:
P: (Laura) ¿Qué es el tercer ojo y cómo se activa?(3) El controvertido libro War in Heaven de Kyle Griffith refuerza esta idea sobre los Dioses Exteriores:
R: ¿Qué es lo que tu piensas?
P: (Laura) Bien, lo que pienso puede ser incorrecto. ¿Es acaso la glándula pineal?
R: Tal vez una parte de la imagen
P: (Laura) ¿Es el tercer ojo algo que se pueda usar para ver su realidad?
R: Así es.
P: ¿De qué forma los Dioses se diferencian de los Elementales?Esta idea de conglomerados de entidades egocéntricas que se alimentan de la luz estelar puede conectarnos con la idea de los agujeros negros; en las Transcripciones Cassiopaea se plantea algo semejante:
R: En el plano estructural, un Dios no es más que un Elemental adulto, una enorme colonia de almas astrales que vive en el espacio profundo y absorbe la energía astral irradiada por ciertas estrellas.
P: (Laura) En grandes términos SAS [Servicio A Sí mismo (entidades entrópicas)] , esto puede o no estar relacionado, ¿podrían decirnos cuál es la naturaleza de un Agujero Negro?
R: SAS de gran escala.
P: (Laura) ¿Es como un ser que ha alcanzado un nivel de SAS que ha implosionado, literalmente, sobre sí mismo de alguna manera?
R: Analogía bastante exacta.
P: (Terry) ¿Posiblemente toda una civilización de SAS?
R: No.
P: (Laura) Bueno, tal vez una civilización no puede hacerlo porque eso implica el trabajo en equipo. Debe necesitar ser una entidad individual.
R: Los agujeros negros son un reflejo de la fuerza natural del Libre Albedrío cuyo patrón de conciencia es SAS. Observe que los agujeros negros se encuentran en el centro de fuerzas de energía en espiral [egocéntricos], todo lo demás se irradia hacia el exterior. [...]
P: (Laura) ¿Adónde va la energía que es absorbida por un agujero negro?
R: Hacia el interior de la inexistencia total.
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