Demonología, ufología y el trabajo interior (I)

Repasando libros escritos sobre el diablo y sus demonios, de autores como Frederik Koning, C. Paytuvi, Veuillot Soulié o Gaston Delibes, surgen inquietudes y asociaciones curiosas; obras como Satan y sus Demonios o El Exorcismo cubren una visión panorámica de la historia humana en relación -en las palabras de Koning- con todo aquello que se ha concretado para el hombre como hostil. Tal vez, alguna fibra profunda resuene con aquellos prólogos histéricos de los cuentos de Lovecraft.

El Diablo dicta el Diccionario
Infernal
a Collin de Plancy
mientras su esposa duerme

¿Pero cómo nos atreveríamos a entrelazar a la ufología? Basta observar la imagen relacionada y asociar el tópico de Visitantes de dormitorio y la amplia bibliografía existente, comenzando por el caso Betty Andreasson-Luca y llegando a Karla Turner; los ingredientes del crisol son similares: un interlocutor seleccionado junto a un mensaje que sólo él puede entender, un visitante humanoide, mientras que los otros individuos presentes caen bajo un sueño irresistible. Pero las analogías no terminan allí... el éxtasis por medio del sufrimiento practicado en el medioevo o impuesto durante la Inquisición, nos vincula al paradigma del Loosh tras la visión tenebrosa que nos brindó Robert Monroe de la vida orgánica.

Creemos innecesario llegar a relatar los ejemplos mórbidos de las Ursulinas de Charlieu, la crucifixión de Sor Francoise o las sectas de flagelantes parisenses relatadas por Charles Marie de La Condamine. Pero sí extraer dos elementos: la búsqueda de poder a través del dolor y la vinculación entre el catolicismo y la mortificación. No debemos olvidar que cruzando las aguas lo mismo ocurría en el nuevo continente.

La búsqueda del éxtasis no sólo se conseguía a través del dolor; por supuesto, al igual que el péndulo que oscila irremediablemente entre los polos del desenfreno, nos lleva a la otra orilla: el placer. Aquí debemos citar los aquelarres o sabbats donde la lujuria era el elemento principal. Del libro Satán y sus demonios de Koning:
Por otra parte, es preciso tener muy en cuenta que entre los goces de los “aquelarres” y otras ventajas eventuales, bienes materiales que les concedía Satán, figuraban los excesos sexuales sin límite que para gran parte de los participantes era el único camino de realización de sus fantasías y deseos sexuales, unos deseos que al no poder satisfacerse normalmente llegaban a convertirse en obsesión emocional, que buscaba su espita de salida en el éxtasis colectivo.
Dentro de los estudios que comprende la ufología, los relatos de abducciones hacen mención a lo común de los exámenes ginecológicos, en especial a aquellos relacionados a la obtención de muestras de óvulos y espermatozoides. En realidad, pareciera existir una obsesión respecto a estos procedimientos. ¿Nos atrevemos a proporcionar una respuesta marginal? El material Cassiopaea sostiene que la forma de alimentación de las entidades de consciencia superior, extraterrestres o demonios, involucra la extracción de la energía sexual, como la energía líbido distorsionada a través de imaginería de carácter sexual o a través de intensas ráfagas de emociones caóticas basadas en el pavor, terror y miedo que estas entidades parecen poder inyectar durante los procesos de abducción.

Y esto es curioso, pues Gurdjieff sostenía la velada referencia a que eramos «alimento para la Luna» y proponía un uso inteligente de la energía líbido:
El sexo es la principal razón de nuestra esclavitud, pero también nuestra principal posibilidad de liberación. El “nuevo nacimiento” del cual hemos hablado depende tanto de la energía sexual como el nacimiento físico y la propagación de la especie.
En Relatos de Belcebú a su Nieto, Gurdjieff denomina al esperma con el término exioehary, que al ser transmutado serviría para crear los cuerpos superiores del Ser y esto coincide exactamente con la advertencia que le hace Jesucristo a Nicodemo en el Evangelio de Juan 3:3,7: “de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios... que el que no naciere de Agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.” El segundo nacimiento a través de la gestación del embrión áureo es la llave de la ergástula humana y requiere del arduo trabajo interior para sublimar los instintos haciendo uso del Agua y del Espíritu; esta escondida llave, cabalísticamente hablando: la Clave del Arcano, nos brinda la posibilidad de escapar, puesto que el derrame del exioehary es el velado mecanismo que nos esclaviza al plano terrenal; graciosamente, esto coincide con la óptica rosicruciana moderna, el filósofo chileno John Baines (Dario Salas Sommer) nos aporta lo siguiente:
Es así como el sapiens es despojado inadvertidamente del producto más noble producido por él mismo, el destilado final de la experiencia humana... el “caldo aurífero” de su vida. El sapiens es, por lo tanto, un esclavo a perpetuidad. No obstante, ejemplares individuales o aislados (segregados del grupo), pueden llegar a ser libres.
¿Podemos establecer alguna relación y entrever un camino claro que seguir? Si analizamos el gran sistema de la realidad humana con su componente oculta o hiperdimensional, la cual es conocida como sistema de control o computador central, veremos que la manipulación del títere humano está ajustado a los intereses del factor exógeno. En el medioevo el principio pendular oscilaba hacia la represión, que como un dique debía refrenar los impulsos biológicos sexuales; la falla lógica asociada culminaba en desenfreno o mortificación en busca de una intoxicación química que saciara la tensión emocional producida.

Hoy en día, el péndulo se ha desplazado convenientemente hacia el descontrol y desenfreno sexual. La perversión mezclada con la violencia de género ha hecho que confundamos amor con sexo y viceversa. Para colmo, entendemos que en las relaciones de pareja ambos ingredientes: violencia y pervesión, son hasta un punto necesarios o al menos aceptables. Por supuesto, es a veces imposible oler el agua.

Dos cosas que no escaparán al ojo entrenado: el robot humano ajusta su configuración a lo que el arcontado dicta como normal, y la oscilación emocional es el principio energético con el que se nutren los arcontes.

¿Cuál es entonces el camino medio? Recordemos que el camino inteligente, aquel en el que se aplica operativamente la Información y el Conocimiento obtenido no es oscilante sino que asciende infinitamente al punto neutro que permite ver ambos polos sin que nos afecte. Todo comienza y todo concluye en el trabajo interior.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

`Gurdjieff denomina al esperma con el término exioehary, que al ser transmutado serviría para crear los cuerpos superiores del Ser ``

Me interesa mucho esto. ustedes saben como se hace para transmutarlo?

ranandiro dijo...

La idea de fondo es que el cuerpo humano fue manipulado para atesorar la energía creativa en los fluidos sexuales; cuando estos fluidos son abundantes, el organismo segrega mensajeros químicos para desatar el impulso sexual que resulta mecánicamente incontrolable.

Esta sería una de las claves para entender el término que los maestros rosacruces utilizan para referirse "a ser despojado inadvertidamente del caldo aurífero."

Los místicos orientales comentan que el cuerpo es una maquinaria formada por tres dan-tians: el inferior, medio y superior; la energía creativa se atesora en el falso dan-tian inferior y un verdadero trabajo de meditación consistiría en conducir la energía sublimada del jing a través de la médula ósea hacia el cerebro, que terminaría por producir la iluminación.

Persiguiendo esta idea, nosotros hemos dado con otros escritos budistas y daoístas que promulgan un concepto similar; las publicaciones sobre estas coincidencias se harán luego de Agosto y se titularán como El Báculo del Buen Pastor.

Obviamente, usted está pidiendo la arcana llave de salida de la ergástula humana, así que le animamos discresión, trabajo interior y una concienzuda lectura de los siguientes libros: la serie Gnosis de Boris Mouravieff, La respiración embriónica del doctor Jwing-Ming Yang, La ciencia del amor de John Baines (Dario Salas Somer) y El matrimonio perfecto de Samael Aun Weor (Víctor Manuel Gómez Rodríguez); sobre estos dos últimos, queremos recordarle con acentuada vehemencia nuestra consideración sobre los gurúes de las sectas.