La parábola de los trajes

Hace tiempo atrás, cuando la Tierra estaba en buenas manos, había una serie de Trajes que los Creadores habían confeccionado para que las consciencias que así lo desearan pudiesen vestir y usar. Estos Trajes eran quizá algo holgados y no muy estilizados, pero eran de armoniosa factura y se ajustaban a la perfección de la consciencia que lo usara, y sobre todo, no tenían defectos ni anomalías.

Al vestir estos Trajes, las consciencias podían experimentar el plano físico de la Tierra, relacionarse con otros y armar comunidades; pero podían también hacer cosas avanzadas que sólo los Sabios dominaban, como ver realidades vedadas, que no eran físicas, y si lo deseaban podían hablar con los que allí ya no estaban, o incluso buscar consejo directo con las Potestades Creadoras. No había apuros ni urgencias, y las experiencias se sucedían una tras otra, sin que nadie intentara saltearse ninguna, y las enseñanzas se compartían de manera de enriquecerse por medio de la comunidad y avanzar en grupo; tampoco había temor a la muerte, pues tal cosa no existía: se trataba tan sólo de abandonar el Traje y no había ninguna oscuridad o dolor en ese trámite.

Pero ocurrió, como pasa algunas veces, que unos Visitantes descendieron (¿o ascendieron?) a la Tierra. Estos eran diferentes a los Creadores ya que actuaban sin pedir permiso y los Sabios de entre las comunidades humanas los miraron con precaución. Sin embargo, los Visitantes se mostraron afables y enviaron emisarios a cada una de las comunidades con regalos y promesas. No obtuvieron lo que querían al principio, pues los Sabios previnieron a las comunidades de que no aceptaran los regalos ni escucharan sus ofertas si estas eran impuestas; sin embargo, de entre los más jóvenes surgió cierta atención ya que los recién llegados ofrecían un regalo maravilloso.

Eva, Adam y el Arconte
Los Visitantes acostumbraban a pregonar, enroscados a un Árbol, un extraño Conocimiento: ofrecían promesas sobre un nuevo Traje con medidas maravillosas y, por lo que mencionaban en su propaganda, de una calidad y presentación exquisita. A decir verdad los jóvenes encontraban dichos atuendos mucho mejores a sus actuales trajes: las mujeres encontraban atractivo utilizar los nuevos trajes femeninos pero aun más deseaban ver qué tan bien quedarían puestos en sus compañeros. Y es así como los Visitantes ganaron fama y renombre, y muchos se plegaron a sus iniciativas; los más osados dejaron sus Trajes antiguos y comenzaron a vestir estos nuevos; y quizá era cierto, pues la belleza y sensualidad de estos trajes hacían a la mujer más deseable y al hombre más aguerrido. Y así sucedió que algo empezó a cambiar en las comunidades donde más y más habitantes decidieron renovar sus prendas.

Los Sabios repetían una y otra vez su postura, pero sin embargo no imponían su consejo, dejando que cada cual decidiera lo que le parecía conveniente.

Ahora bien, a medida que los nuevos trajes se usaron más y más, ocurrió que la población se vio incrementada pues estos trajes traían un cierto ajetreo reproductivo. Pero a diferencia del orden antiguo, las madres o los padres no cuidaban y velaban por los pequeños, sino que salían a buscar nuevas aventuras y romances.

Y ocurrió así que la comunidad antigua fue disminuyendo progresivamente, y luego de una noche donde se vieron muchas luces hermosas en el cielo, los antiguos humanos habían desaparecido.

Por supuesto, esto no importó en lo más mínimo, ya que la nueva población sólo pensaba en sí misma; a decir verdad, cada uno pensaba más en sí mismo que en los demás, salvo en el momento en que se encendía la locura de un romance, donde se perdía cada uno en el otro... esto sin embargo duraba poco: como si de una obsesión carnal se tratara, pues cuando la mujer concebía, todo cesaba y cada uno volvía a buscar sosiego en otros brazos. En aquella oportunidad, nadie pensó que los nuevos trajes tuvieran algo que ver con esto.

Pero los nuevos trajes tenían aparejados otras dificultades que anteriormente no habían experimentado con los trajes antiguos: traer una criatura al mundo ahora era doloroso, difícil y hasta a veces mortal. Por si eso fuera poco, a veces enfermaban y sufrían de manera prolongada, y los achaques de la edad aparecían sembrados de dolor, miedo y sufrimiento.

Desde aquella noche cuando los antiguos humanos desaparecieron, el entorno mismo había cambiado. Sucedió que antes no habían conocido el hambre o la enfermedad; de hecho, los antiguos cuerpos no enfermaban ni requerían de cuantiosos alimentos: los árboles daban frutos exquisitos, y se decía que los Sabios sólo bebían agua y miraban directamente a la luz del Sol. Pero ahora todo había cambiado: los nuevos cuerpos requerían más sustancia y los más avezados veían con codicia a los rebaños salvajes de la pradera, sintiéndose dueños y queriendo probar su carne y su sangre.

Los Visitantes les dijeron que se organizaran mejor, no ya en comunidades, sino en estructuras rígidas y designaron autoridades de entre los humanos para que oficiaran como la elite gobernante, únicos que podían hablar con los Visitantes y que ahora se hacían llamar los Arcontes: aquellos que detentan el poder; les ordenaron entonces que criaran ganado pues el invierno sería crudo; pero para evitar esto, podían organizar rituales y sacrificios, para que ellos obraran milagros y atenuaran las consecuencias, aunque no siempre ocurría así.

Y fue así como los Nuevos Trajes se convirtieron en una prisión sin paredes ni barrotes. Ya no era posible dialogar con los que no estaban y la incertidumbre al mañana y el temor a la muerte no tardó en oscurecer sus corazones: voces extrañas poblaban ahora sus mentes en un diálogo incesante que invitaba al desasosiego.

Parásitos etéricos (I)

Comencemos por algo que cuadre con la definición académica y escalemos poco a poco; parásito: cualquier organismo que vive sobre o dentro de otro organismo vivo, del que obtiene parte o todos sus nutrientes, sin dar ninguna compensación a cambio al hospedador; en muchos casos, los parásitos dañan o causan enfermedades al organismo hospedante.

Hasta aquí nada raro... una persona se lastima; la lastimadura al exponer tejidos subcutáneos no ofrece una barrera a los microorganismos patógenos, ergo emerge la infección. Cualquiera que aprendió a andar en bicicleta sin rueditas conoce alguna historia parecida. Avancemos un poco e intentemos relacionarlo con otras cosas que conocemos; en informática ocurren cosas semejantes: si una máquina está expuesta, por ejemplo, si un firewall o un antivirus es vulnerado o desactualizado, un hacker o virus podría infiltrarse en el sistema; en este caso el firewall cumple un papel muy semejante a la piel, al alejar intrusos y oficiar como barrera filtrante.

Es interesante que un virus o un hacker tienen patrones de conducta similares a la de un parásito: en primer lugar la subrepción (algo parecido a pasar desapercibido); por otro lado y apoyándose en esto usará el sistema infectado para atacar o intentar vulnerar a otros. El ojo entrenado puede reconocer aquí la analogía con los portales orgánicos; de más está mencionar que el papel de parásito es una orientación egocéntrica por excelencia, donde el prójimo existe para suplir y enriquecer la fuente de alimento del predador (cualquier similitud con el concepto de ganado (1) no es pura coincidencia); del libro Moneda Cósmica del autor rosacruz Dario Salas Sommer:
¿Cuáles son nuestros íntimos deseos? Sin duda alguna los nacidos en el Ser y que, en aras de la verdad, pueden ser denominados como propios a diferencia de aquellos que provienen del simbionte informático que, con la mayor de las certezas, son estructuras alienantes, camufladas como algo propio del individuo, al estilo de algunos virus que para no ser detectados se las arreglan para engañar al sistema inmunológico.
Pero aquí debemos hacer un salto que nos deja sin herramientas científicas (hasta que el framework científico se extienda), pues introduciremos la realidad etérica; animamos a continuar a los lectores, aun aquellos que programen en lenguaje C (acaso la informática nos muestra lo mismo: el plano físico ocupado por la computadora material, y el plano virtual donde las direcciones de memoria alojan programas). Para resumir el asunto, diremos que la realidad etérica es un plano más sutil, donde se manifiestan las emociones y pensamientos.

Pensemos lo siguiente: una persona se lastima, pero su herida no es física, sino emocional, por ejemplo tiene una discusión acalorada con su pareja o es víctima de abuso u hostigamiento (bullying). Si bien esta persona no "sangra" fisiológicamente, sí ha sido vulnerada de manera psicológica; aun más, si este hostigamiento es frecuente o la víctima no logra salir de esta situación de tensión emocional, culminará en una depresión.

Aquí podemos ver que la persona pierde su firewall y su blando tejido emocional interno queda expuesto. Todos hemos tenido un compañero de escuela que era el blanco frecuente de chistes y bromas, donde todos encontraban algo hiriente que decirle o reprocharle; donde, confesemos, costaba bastante evitar hacerlo. Es evidente que la humanidad se ha enviciado con el loosh. Asimismo, en casi cualquier organización jerárquica surge un predador up sea level que elige a una víctima mental, social o emocionalmente inferior a la cual explota una y otra vez, humillándola y prendiendo los etéricos colmillos en la expuesta herida que más de una vez concluye en un llanto desconsolado.

Representación urobórica del
parásito etérico o larva astral
¿Y dónde entran los parásitos etéricos? Los ocultos comensales en la mesa de las emociones negativas, aparecen con rapidez y se ocupan de que no se cierre la herida; en palabras de la psicóloga Elan Golomb el introyecto ha colonizado al huésped: cualquier víctima de abuso verá que su situación se repite incesantemente en un ciclo, aun habiendo pasado varios años entre suceso y suceso, donde cambian los nombres de los personajes más no el papel que representan; es evidente que el introyecto posee su propia voluntad y recursos, el psicólogo Jung los denominaba complejos psicológicos autónomos formados por "fragmentos mórbidos" de la personalidad; esotéricamente se podría arriesgar que el cuerpo de deseos posee un propio centro magnético con el cual distorsiona el del individuo hospedante, afectando negativamente los eventos que acontecen a su alrededor; del libro Beyond the Mind de Bernard De Montreal:
Los parásitos de la mente pueden empujar al ego subconsciente hacia acciones obsesivas o ejercer sobre él un poder restrictivo que lo retenga dentro de una forma de inercia que encuentre difícil de superar. Están presentes de una forma u otra en la vida subconsciente como parte de las fuerzas del alma que el ego debe aprender a superar a lo largo de su experiencia evolutiva. Ya sea que etiquetemos a los parásitos mentales como entidades o formas de pensamiento, o simplemente como "la psicología negativa," tiene poca diferencia en el corto plazo. Pero en el largo plazo del desarrollo evolutivo, la diferencia debe ser tomada muy en serio, ya que permite al ego socavar en los misterios de la conciencia para aislar los elementos que le infligen sufrimiento kármico.
Si consideramos a estos elementos parasitarios como entidades, es más fácil tratar con ellos de una manera más objetiva. En cambio, si optamos por subestimarlos como formas de pensamiento, quizá nos falte el coraje intelectual y el beneficio de liberar los recursos internos necesarios con el fin de neutralizar sus influencias y poner fin a su nefasta presencia. Las palabras tienen el significado que elijamos darles. De acuerdo con el grado de objetividad que podamos reunir en el aspecto trascendente de la realidad psíquica, irradiamos más o menos luz. No cualquier hombre puede hacer frente a la idea de que entidades puedan infectar su mente. Sin embargo, sus posibilidades de hacer frente de manera objetiva a la realidad parasitaria se incrementan en la medida de su capacidad de percibir la realidad psíquica como parte de un todo multidimensional.
Es de importancia que los especialistas en las artes de la mente entiendan este tema con la debida profundidad, que trasciende la realidad humana. No obstante y aun sin conocer el fondo de la situación, una víctima puede hallar sosiego y herramientas que ayuden a cicatrizar estas úlceras emocionales; es sumamente importante no dejar de tratar una herida emocional, ya que el tiempo no las cura;(2) es cierto que es incómodo volver a revivir la situación pero ha de doler si ha de sanar. Colin Wilson en Los Parásitos de la Mente (The Mind Parasites) nos comenta:
Nosotros ahora tenemos una importante pista acerca del origen de los parásitos… Ellos no podrían existir aparte de la humanidad, porque ellos eran la humanidad. Y fue esto lo que trajo un nuevo nivel de conocimiento.
Cuando yo le dije a ellos: ‘El Hombre no está solo,’ yo había entendido lo que esto significaba, pero todas sus implicaciones no eran claras para mi; yo estaba hablando acerca de la fuente del poder, significado y propósito.
Este último comentario puede alertarnos de algo por lo menos curioso: quizá estemos acompañados aun estando solos; el difunto investigador de lo paranormal Joseph Fisher coincidió con algunas de las visiones del notable Robert Monroe cuando escribió The Siren Call of Hungry Ghosts (El Canto de Sirena de los Fantasmas Hambrientos, cap. XIX):
Todas las referencias que descubrí en lo que respecta a los espíritus descarnados parecían corresponder con el fenómeno de la canalización en general. Y cuanto más aprendía, más me parecía que los mediums estaban arriesgándose enormemente, al convertirse en los inadvertidos cómplices de cuestionables atenciones por parte de los descarnados. Antiguas enseñanzas espirituales de una gran variedad de culturas hablan de una hueste de seres descarnados que habitan una dimensión cercana a la Tierra.

Este es el plano astral inferior, un triste pozo negro de los muertos, habitado por aquellos que han vivido vidas deshonestas, ignorantes o egoístas. Afligidos por el ansia de toda clase de placeres terrestres, su existencia decadente se enriquece gracias a su apego a ingenuos y necesitados individuos terrestres. Y así, se disfrazan de guías o maestros provocando el apego emocional en los seres humanos y reciclando la erudición disponible a todos los que habitan el universo inmaterial. Sus procesos mentales son tan rápidos como maquiavélicos; sus ansias vampíricas de energía humana no tienen límites.

Estos espíritus descarnados o, en términos Tibetano-Budistas, los "pretas" o "fantasmas hambrientos," son individuos cuyas mentes, en el momento de la muerte física, han sido incapaces de desembarazarse del deseo. Esclavizados de esta forma, la personalidad queda atrapada en los planos inferiores aunque retiene, por un tiempo, su memoria y su individualidad. He aquí el término alma perdida, una entidad residual que no es más que un cuerpo astral en espera; se condena a sí mismo a morir; ha elegido "una segunda muerte."
En el Universo nada se desperdicia, y la energía emocional es un excelente alimento/combustible en las realidades más sublimes que nos están vedadas por el momento. Sin embargo, no podemos negar que son energía (la palabra emoción tiene su raíz en mover, es decir, nos pone en movimiento) y donde aparece la fuente, como el modelo biológico nos indica, tarde o temprano aparece el predador: hoy, la Tierra produce excelentes cosechas de stress, hostigamiento, dolor y desenfreno; antes lo hizo de manera parecida a través de las guerras y las torturas, y en el futuro quizá tome tintes apocalípticos. Colin Wilson concluye:
Tengo otra teoría, que es tan absurda que apenas me atrevo a mencionarla: que los vampiros de la mente son, sin pretenderlo, instrumentos de una fuerza superior. Puede que logren éxito en destruir cualquier raza que infecten. Pero de alguna forma, si dicha raza se percatara del peligro, el resultado sería exactamente el contrario; uno de los principales obstáculos en la evolución de la humanidad no es otro que el aburrimiento y la ignorancia: su tendencia al olvido y a la postergación indefinida de hacerse cargo de uno mismo.

De alguna forma, este es el principal peligro en la evolución -o al menos, un obstáculo- que los vampiros de por sí. Una vez que una raza es consciente de la existencia de los vampiros, la batalla está parcialmente ganada. Una vez que el hombre tiene un propósito y conocimiento, es casi invencible. Por lo tanto, los vampiros tal vez sirvan para inocular al ser humano contra su propia indiferencia y pereza. Aunque, claro, esto no es más que simple especulación...
Para aquellos interesados en el tema, hemos añadido un artículo sobre parasitología etérica que expande e incluye el modelo de las densidades de consciencia. La realidad física es sólo una de las capas de la que está compuesto el Cosmos; algunas teorías, en especial aquellas con ribetes gnósticos, sostienen que la humanidad fue cegada de las restantes realidades con el fin de predarla; como se puede apreciar, tan solo hemos copiado de nuestros hermanos mayores la costumbre de criar ganado.

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Tu creas tu propia anestesia

El paradigma rutilante de las nuevas corrientes de pensamiento y sistema de creencias "New Age" despliegan un arsenal de formas de internalizar la realidad, donde las emociones positivas generan la ilusión que queremos vivir. YCYOR (You Create Your Own Reality) es la nueva trampa, la Pastilla Azul, una nueva forma de dormirse en la ilusión; en una ilusión que se adapta a nuestras necesidades; una realidad cómoda que no presente desafíos, sino más bien que se amolde a nuestros requerimientos, como un puff que se retuerce dócilmente y se ajuste perfectamente a la formas de nuestro anhelante cuerpo. Aquellos que tengan dificultades en percibir el solipsismo que subyace en este paradigma, pueden intentar analizar las siguientes propuestas del Material Seth, uno de los mayores exponentes de YCYOR:
[Sesión 613, 11 Set. 1973] Ustedes crean vuestra propia realidad. No hay otra regla. Conocerla es el secreto de la creatividad. He hablado de «ustedes,» aunque esto no debe confundirse con el «ustedes» que a menudo creéis ser, es decir, sólo el ego, ya que el ego es únicamente una parte del Yo; es esa parte experta de la personalidad que trata directamente con los contenidos de la mente consciente, y se ocupa más directamente de los fragmentos materiales de la experiencia.
[Sesión 614, 13 Set. 1973] Vuestro entorno es la imagen física de vuestros pensamientos, emociones y creencias hechos visibles. Puesto que vuestros pensamientos, emociones y creencias se mueven a través del espacio y del tiempo, influís en condiciones físicas externas a vosotros.
En primer lugar, desconocer que la realidad no es el producto de la mente consciente (ego) sino también de la mente subconsciente clama a gritos la necesidad de conocerse a sí mismo: existen vastas regiones del mundo interior que permanecen en las tinieblas de la ignorancia; por otro lado, la realidad no es creada por cada individuo de manera aislada: el entorno que se intenta manifestar puede ser influido, distorsionado e incluso impuesto por la cercanía física o psicológica de otro individuo o la egrégora grupal al cual el primero se somete (animamos a investigar el paradigma de los introyectos junto a la coerción parental infantil y la obediencia a religiones teócratas o gurúes de una secta); no desestimemos por lo tanto, que dicha capitulación del libre albedrío sea únicamente ante un ser humano: (1) el sometimiento a una entidad de consciencia superior establece una distorsión aun más detrimental sobre la realidad que se pretende manifestar; en Sabiduría de los Siete Rayos podemos leer:
Estas entidades demoníacas, si se les permite persistir, comenzarán a brindar a los individuos aquello que anhelan en términos materiales, fama, reconocimiento y cosas del estilo, por supuesto hay un precio y ése es convertirse en un títere bajo el control de tales entidades. Esto puede continuar hasta tal punto que, por todos las intenciones y propósitos, la entidad demoníaca se convierte en el ser humano.
Este tipo de manipulación ha ocurrido desde siglos y siglos en el planeta. Se debe reconocer y apreciar como mucho de esto encaja en el cuadro objetivo de la realidad, siendo un elemento de evaluación sobre el aprendizaje de las lecciones terrestres.
Ahora bien, en una realidad entrópica, el hecho de que a un conjunto de personas «las cosas le vayan bien» implica que a otros «las cosas le vayan no tan bien;» es decir, si un sistema se encuentra en desequilibrio entrópico (respetando la Ley de Conservación de la Energía), para provocar la abundancia de un conjunto acotado, es necesario desbalancear proporcionalmente a otro conjunto que supla dicho diferencial. El ojo entrenado quizá reconozca la estructura jerárquica con facilidad: la afilada e incisiva aguja superior y la extensa e ignorante base.

Esta estructura piramidal invita a pensar que un estratificado piso superior de la sociedad parece no ser atacado por entidades parasitarias o, tal vez incluso sea beneficiado por ellas en la concresión de los medios y sincronismos para escalar rápidamente hacia el ápice estratégico; en el primer volumen de Reality Transurfing, Vadim Zeland comenta:
Como regla general, las fuerzas equiponderantes no afectan a quienes no sienten remordimientos de conciencia. Aun así, todos querríamos que Dios castigase a los canallas. Podría pensarse que la justicia debe triunfar y el mal, ser castigado. Sin embargo, la naturaleza no conoce la sensación de justicia por muy lamentable que sea. Al contrario, a las personas honradas con un innato sentimiento de culpa se les lanzan continuamente nuevas desdichas, y a los malvados desvergonzados y cínicos frecuentemente les acompaña no sólo la impunidad, sino también el éxito [hemos profundizado esta perspectiva cuando analizamos la conducta de individuos agresivos vs. sumisos]. El sentimiento de culpa siempre crea el guión de castigo, sin que seas consciente de ello.
Como la cumbre de cualquier organización jerárquica facilita y promueve el ejercicio del poder sobre los demás, será el momento cuando comience la manipulación hiperdimensional que articule la predación del sistema de control sobre el basamento ignorante de la granja humana; las reglas con las que juega el sistema de control parecen ser las siguientes:
  1. cualquier cosa que se le brinde será recuperado después: los individuos pueden recibir recompensas (efectivo, regalos u oportunidades laborales) a cambio de su cooperación con el sistema. Mediante la aceptación de esta recompensa, se ha endeudado con el sistema, y este tendrá el derecho a recuperar el pago en una fecha posterior;
  2. las deudas jamás son perdonadas: si se ha ofrecido clemencia o indulgencia, es sólo una artimaña para que libremente sirva al sistema de manera más eficaz; la deuda no ha sido cancelada; sólo se ha pospuesto el cobro total a través suyo o de su descendencia;
  3. las deudas y obligaciones son intergeneracionales: si sus antepasados obtuvieron favores del sistema y nunca pagaron por ellos, deberá pagar entonces la totalidad no pudiendo endeudarse.
La forma de organización en las realidades
entrópicas son las  jerarquías con
la forma de una clásica pirámide
Y si bien estas premisas no parecen ser nada más que lógica mafiosa, son invocadas para servir a los intereses de los más poderosos, articulando los deseos de los estratos inferiores mientras que estos no quieran romper las reglas. El carácter intergeneracional e incluso familiar de las "deudas" con el sistema es una justificación para amenazar al núcleo familiar, forzando así el cumplimiento de las demandas, y asimismo proporciona la justificación moral para ir tras un objetivo a la vez elegido por el sistema; casi siempre será posible hallar una deuda propia y eventualmente si esto no es así, una de sus ancestros. Thomas Minderle comenta al respecto:
Si se intenta manifestar algo a través de la ayuda de las fuerzas superiores negativas, dos factores deberán ser tomados en cuenta:
  • primero, estas entidades no le proveerán su apoyo salvo que su deseo sea de una orientación negativa, tal como deseo de poder, elitismo financiero o proezas sexuales;
  • segundo, se pagará a estas fuerzas superiores negativas el precio máximo a cambio de un camino ilusorio, la reducción de la frecuencia vibratoria de su alma [también conocido como FRV, freile o pulsación vibratoria interna], junto a un retraso en la evolución espiritual, donde la energía del alma se verá comprometida.
En definitiva, se pierde libertad, voluntad, responsabilidad y creatividad a cambio de una ilusión de poder, dinero o sexo. Este pacto faustiano no es una negociación, sino que es un engaño o estafa metafísica.
¿Hay alternativas? Sí, por supuesto y comienzan por entender la médula de nuestra realidad, como un sistema de símbolos donde se expresan las lecciones que, desde un punto de vista de una consciencia superior, hemos elegido aprender. La creación está para conocerla y establecer procesos creativos orientados al balance, pero se debe evitar forzarla a cumplimentar antojos y caprichos: esa es una actitud claramente egocéntrica. En la medida que se logre conocimiento y entendimiento podremos cocrear realidades y participar activamente en su enriquecimiento: para conocer la realidad lo mejor es encontrar un punto de vista objetivo, donde no prime desviación positiva o negativa; una vez logrado esto, es posible sostener una actitud optimista.

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¿Qué es loosh?

Nos encontramos ante lo que Don Juan y los chamanes caratularían como el tema de los temas. Si bien no se trata de algo difícil de entender, no es algo fácil de asimilar:
La revolución de los chamanes es que se rehúsan a honrar acuerdos en los que no han participado. Nadie me preguntó si consentía ser comido por seres de otra clase de conciencia. Mis padres me trajeron a este mundo para ser comida, sin más, como lo fueron ellos; fin de la historia.
En realidad, parte del problema es que la humanidad ha sido malcriada a través de sus libros sagrados, reforzando en cada momento el egocentrismo de su participación en el Universo. Antes del siglo XIV, se consideraba como el centro de la creación a los territorios indoeuropeos; al conocer América, las mentes se ampliaron, pero el Sol seguía dando vueltas alrededor de la Tierra; con un gran esfuerzo, la teoría heliocéntrica se hizo lugar, pero seguíamos siendo el Centro de la Galaxia; ahora que hemos madurado, sabemos que ocupamos un minúsculo punto de la Galaxia de otras tantas incontables, eso sí, nos consideramos dueños del planeta y soberanos de todas las criaturas inferiores, a los cuales, como buenos reyes predamos sin culpa ni pausa. ¿Y esto será tan así? ¿De dónde ha surgido la manipulada información de que somos la raza soberana? Ciertamente un famoso libro sagrado nos menciona:
Creced y llenad la tierra, y enseñoreaos de ella y principad a los peces del mar, y a los volátiles del cielo, y a todo ganado, y a toda la tierra y a todos los reptiles que reptan sobre la tierra.
Interesante, aunque no todos los reptiles claramente reptan sobre la tierra, como nos enseña Rene Andrew Boulay en su libro Flying Serpents and Dragons (Serpientes y Dragones Voladores):
Los dragones y otras criaturas fabulosas de la mitología existen pero son formas distorsionadas de los Dioses Serpiente. Es un problema semántico fomentado por la repulsión del hombre a su conexión con sus ancestros los Dioses Saurianos. Dos corrientes parecen haber contribuido a la leyenda de la serpiente como malvada y repulsiva. [...]
El hombre substituyó a los Anunnakis [los Arcontes: aquellos que detentan el poder] como trabajadores y comenzó a realizar todas las desagradables tareas. El recuerdo de esta dominación por los reptiles crueles y despiadados fue exacerbado más a fondo por los descendientes de los Nefilim en los días antes del Diluvio. Estos hombres del espacio se mezclaron con nosotros y vivieron entre la humanidad, las Escrituras y las fuentes sumerias revelan que eran una raza bárbara y antropófaga.
Pero crucemos las aguas que dividen y veamos que nos dice otro libro sagrado, el Popol Vuh, la recopilación de narraciones legendarias e históricas de mesoamérica, que nos explica:
Y dijeron Huracán, Tepeu y Gucumatz cuando le hablaron al agorero, al formador, que son los adivinos: “Hay que reunirse y encontrar los medios para que el hombre que vamos a crear nos sostenga y alimente, nos invoque y se acuerde de nosotros.”
La mayoría de las religiones nos informan que por encima de nosotros están los dioses, a los que debemos invocar y/o alimentar; los dioses son los creadores, o para escribir correctamente, los modificadores y reconfiguradores de la humanidad. Estas entidades intervencionistas y asistencialistas, que en algunos casos se autoproclamaron como celosamente únicas, de manera enérgica, cuando no violenta, obligaron a sus seguidores a que los adoracen y efectuaran puntillosamente sacrificios y rituales en su nombre: esta es su manera de alimentarse; del libro del psicólogo William J. Baldwin, CE-VI: Encuentros Cercanos del Tipo Posesión:
La angustia que emana de los que están a punto de ser víctimas, es una energía que puede ser recogida por las DFE [Dark Force Entities: entidades negativas parasitarias]. La energía de miedo de los ciudadanos, así como la lujuria de sangre en los curiosos que asistían en multitudes a los sacrificios, también puede ser cosechada y usada como “alimento” para las DFEs y sus superiores.
Maná o ambrosia de los dioses,
producto del sufrimiento humano
¿Qué es loosh entonces? Loosh es la moneda etérica,(1) respaldada por una sólida inversión emocional de tinte negativo, formadora y destructora de civilizaciones; pueden interesar los centavos y monedas de un ritual en nombre de una deidad en particular: el oxímoron de una dádiva chupacirios, pero lo importante son las calamidades globales: la guerra, la peste, el hambre y por supuesto, las delicias de la tortura y el sufrimiento extremo producidas, entre otros casos, por los sacrificios rituales: bajo el paradigma del loosh esta era la forma de pacto con las deidades veterotestamentarias; de las Transcripciones Cassiopaea, Laura Knight-Jadczyk pregunta (Sesión del 30 de Julio de 1994):
P: Jesús nos contó que Dios nos ama. ¿Es verdad?
R: Pero es el alma lo que importa, no el cuerpo. El cuerpo muere, no así el alma.
P: Bueno, pero toda esta cosa da escalofríos.
R: Ustedes son energía. Hay una energía que proviene de la conexión entre el alma y el cuerpo; entonces el cuerpo es mutilado.
P: Entonces, ¿ellos abducen gente y la asesinan y qué logran con eso?
R: Los descuartizan.
P: ¿Mueren entonces?
R: Ocurre una máxima transferencia de materia y energía durante este tipo de transición.
P: En otras palabras, ¿una muerte lenta y dolorosa les proporciona lo que ellos quieren? Esto es demencial.
R: Han solicitado la verdad. Dice que es demencial pero es meramente la forma última de servicio egocéntrico.
El loosh o sufrimiento inconsciente es en definitiva el costo de alquiler de nuestros manipulados cuerpos humanos.(2) Podemos gozar de sus funciones (que a veces no andan del todo bien, y para colmo vienen sin garantía) y delectarnos en los placeres de la carne; pero el ojo entrenado observará que ya en el ingreso a este mundo se nos cobra un valor altísimo en loosh, tanto por parte de la madre como de la criatura; luego los pagos se fraccionan de modo de beneficiar al recaudador en cualquier equivocación del inquilino, ya que es insaciable; del libro Los Brujos Hablan (cap. IX) del filósofo Dario Salas Sommer:
El Sapiens, en su lucha inclemente por la existencia, hace que su aparato emocional y nervioso elabore ciertos elementos incorpóreos, pero de una extraordinaria potencia, los cuales “abandonan” el cuerpo humano en forma de vibraciones que son emitidas por antenas incorporadas en su unidad biológica, las cuales se encuentran orientadas y sintonizadas con la frecuencia de los Arcontes, que así “cosechan” esta fuerza y la utilizan con fines que no divulgaremos; volviendo a advertir que, de todos modos, cumplen una función cósmica.

Es así como el
Sapiens es despojado inadvertidamente del producto más noble producido por él mismo, el destilado final de la experiencia humana... el “caldo aurífero” de su vida.
Si las vicisitudes de la vida terrenal no fueran suficientes, hay una ronda nocturna donde ciertas entidades especializadas efectúan un sobreturno para ordeñarnos en las horas de reposo. Por supuesto que ante cualquier duda o problema, es posible contar con los representantes y asociados eclesiásticos: ellos estarán gozosos de poder confundir aun más y proporcionar un sinnúmero de directrices equivocadas, las que se deberán sazonar con profusas dosis de fe; pero aun hay más: puede que la entidad asistencialista de cuarta densidad encuentre beneficioso intervenir en lo que usted solicita, esclavizando y reduciendo todavía más su vida (o las siguientes), del libro Into the Fringe de la doctora Karla Turner:
Barbara [Bartholic, ufóloga asistente del doctor Jacques Vallée], a través de su trabajo de investigación con más de doscientos abducidos, había aprendido lo suficiente para formular su propia interpretación de tales experiencias. Ella cree que al menos un cierto grupo de estos seres de alguna manera “se alimentan” de nuestras emociones, especialmente las más fuertes que vienen del miedo, el dolor, la depresión, y de las acciones compulsivas.
[Los alienígenas infligen] dolor con el fin de “cosechar” o, de alguna forma, utilizar las respuestas emocionales de los abducidos. [...] Los alienígenas como vampiros emocionales es un pensamiento sórdido, pero no tan extraño, tal vez, como otras cosas que había oído.
¿Pero entonces no hay salida? Sí, la hay; y pasa antes que nada por reconocer el velado tráfico energético de la que nuestra realidad humana forma parte, y comenzar a entender el humilde escalón que ocupamos en el ziggurat alimenticio: el paso más importante tal vez se trate dejar de ser un predador y evitar ser predado, reduciendo de esta forma los aportes de loosh, y esto sólo se logra despertando a la consciencia.
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Jesús no murió en la Cruz por nuestros Pecados

¿Leyó bien el título? Hay un no antes del murió... Bien, este es uno de esos artículos reaccionarios en que proponemos al lector haya comido liviano... tan sólo una hostia de más y podría producirse acidez; se encuentra escrito bajo las extrañas premisas de esta colección, que animamos a recordar; de todas formas, sugerir un antiácido no estaría de más.

¿El Caduceo representará el
Cayado del Buen Pastor?
La mayoría ha escuchado hablar de Jesús, un judío rebelde con aires de gnóstico, que andaba en sandalias exorcizando demonios. Los gnósticos poseían la extraña idea de que el mundo terrenal era gobernado por entidades con una viciada inteligencia supina, llamadas Arcontes, y que habían confeccionado o modificado el cuerpo del ser humano para adaptarlo a sus particulares necesidades; leemos en el primer volumen de Textos Gnósticos: Biblioteca de Nag Hammadi de Piñero, García Bazán y Montserrat Torrents (capítulo Sobre el Origen del Mundo):
Cuando (los arcontes) hubieron terminado a Adán, (el príncipe) lo colocó en una vasija, pues había tomado la forma de un aborto carente de espíritu. (1) A causa de esto, cuando el gran arconte se acordó de la palabra de Pistis, temió que el hombre verdadero penetrara en su criatura y se constituyera en señor (del arconte) [...]
Llegados cabe Adán, cuando vieron que Eva hablaba con él, se dijeron [entre los Arcontes]: «¿Qué es esta cosa luminosa? Pues se parece a la semejanza que se nos manifestó en la luz. Ea, capturémosla y vertamos nuestra simiente en ella, a fin de que quede mancillada y ya no pueda regresar a su luz. Además, los que nazcan de ella quedarán bajo nuestra obediencia.»
Es interesante como abiertamente se nos explica en estos textos —anteriores a los escritos que luego formaron el Nuevo Testamento— la manipulación genética del hombre y la mujer, y la disposición de su descendencia como curiosos productos de una aparente hacienda cósmica. En el Apócrifo de Juan se profundiza sobre esta manipulación del género humano:
El arconte convocó una asamblea con sus potencias y envió a sus ángeles [caídos] hacia las hijas de los hombres para raptarlas [¿abducirlas?] y suscitar una simiente | para su placer. Al comienzo no se salieron con la suya. En vista de su fracaso, se reunieron otra vez y decidieron crear un espíritu contrahecho parecido al espíritu que había descendido [¿los Grises?], a fin de mancillar las almas por medio de él. Entonces los ángeles [caídos] se transmutaron hasta parecerse a los maridos, colmándolas del espíritu tenebroso que habían mezclado para ellas y de | perversidad [¿portales orgánicos?].

Trajeron presentes de oro y plata, de bronce y de hierro, y metales y cosas parecidas
[¿alusión a los yugas y las sucesivas degeneraciones del prototipo humano?]. Y acarrearon a los hombres que los habían seguido grandes cuitas, arrastrándolos a gravísimos errores. Envejecieron sin gozo alguno y murieron sin haber hallado ninguna verdad y sin haber conocido al verdadero Dios. Y así es como los arcontes esclavizaron a toda la creación para siempre desde la constitución del cosmos hasta el presente. Entonces los hombres tomaron mujeres y engendraron de la oscuridad hijos a semejanza de su espíritu. Y cerraron sus corazones | y los endurecieron con la costra del espíritu contrahecho hasta el presente.(2)
¿Quizá Jesús estuviera al tanto del sometimiento del hombre ante estas psicopáticas autoridades que detentan el poder, y tuviese en mente sembrar la iluminada semilla de una insurrección gnóstica? No podríamos entenderlo de manera diferente: este indómito peregrino, con algunas ideas radicales como la de amar al prójimo y aprender a perdonar, no devolviendo violencia al violento, parecería que no llegó muy lejos al terminar crucificado a los 33 años junto a dos delincuentes.

Sin embargo, si existiese un sistema de control sobre nuestras cabezas, elaborado por estas alienadas entidades de consciencia superior, quizá similares a las que Jesús acostumbraba a exorcizar, y que no tuviesen en mente lo mejor para la humanidad, ¡qué ineficiente sería su control si no lograse suprimir o tergiversar el verdadero mensaje de servicio al prójimo de aquel humilde benefactor! Hay dos cosas desagradables que hace sentir náuseas al ojo entrenado:
  • el tema de morir por los pecados ajenos, y
  • la idea de colocar como efigie y estandarte de una religión teócrata a un cuasi cadáver torturado en unos maderos.

Si el libre albedrío es la Ley Primordial, entonces sería un grave error interponerse sin ser llamado al resultado de las lecciones ajenas; se nos han inculcado hasta el hartazgo la idea deforme de creer que las consecuencias desagradables son el resultado de “pecados,” cuando en realidad son enseñanzas codificadas bajo símbolos en nuestra realidad cotidiana; lamentablemente vivimos en una realidad entrópica, donde equivocarse —al menos para un individuo con consciencia— tiene un alto costo emocional y donde tarde o temprano surge el impuesto etérico; en este sentido, Bronte Baxter nos aporta la siguiente reflexión:
¿Fue una coincidencia, el adiestramiento de los Niños de las Flores [rebeldes del sistema o hippies, tal vez emparentado a nuestra idea de Guachos]? Observe aquello que los dioses, las entidades psíquicas hambrientas, exógenas a nuestra realidad, obtuvieron como recompensa por medio de los Mantras cargados de nuestra adoración. Los hippies eran demasiado conscientes como para caer en la religión cristiana. Parecía infantil para nosotros la idea de que un dios necesitara un sacrificio de sangre, nada menos que la sangre de su hijo, para sentirse satisfecho con la humanidad “pecadora.” No nos veíamos a nosotros mismos como pecadores, y aunque lo fuésemos, ¿por qué un Dios benévolo clavaría a alguien en una cruz? No, no se entiende.
Y es claramente a través del concepto de loosh que poseemos la mejor herramienta para analizar objetivamente la idea del hombre torturado en el madero... es aquí donde el sistema de control se ha logrado anotar dos judías:
  • en primer lugar, relacionó la imagen de una muerte lenta y dolorosa a un subversivo del régimen del ojo por ojo; algo así como: contemplen como termina una persona que deliberadamente transmite este mensaje, o sea, no intenten esto en sus casas; una advertencia similar a los empalamientos de turcos en los límites territoriales de Vlad Tepes;
  • pero en segundo lugar, el sistema de control logró fundir el áureo mensaje de servicio al prójimo junto a la aborrecible idea de hacerse alimento para el otro; tal es así la imagen de docilidad que se transmite con la eucaristía: rituales cuyo mensaje emula al canibalismo. De esta forma, aquellos que resuenen con ideas no egocéntricas, son deliberadamente confundidos para no generar una guardia consciente de su energía, resultando en personalidades débiles y manipulables, susceptibles de ser drenadas con facilidad al no poseer ni mantener un sistema de defensa preparado.
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Los Peregrinos de Tolkien

Hablemos un poco de Gandalf, el mago itinerante del Señor de los Anillos. Recordemos el nombre con que los elfos lo denominaban: Mithrandir, el Peregrino Gris. ¿Quién era Gandalf? Para la historia de la novela quedará como el mago que muere al enfrentar al Demonio en Moria, que significativamente retorna con un color definido, ya sin grises, y que desempeña el papel de catalizador en la destrucción de Sauron. ¿Acaso alguien se ha percatado de la raíz de este nombre? ¿Qué relación oculta habrá descubierto el profesor Tolkien entre este Aborrecido demiurgo, El Señor de los Anillos, y los saurios? ¿Por qué la extraña forma reptoide del Ojo? Sin embargo, el profesor Tolkien en un borrador de una carta al «Sr. Rang», sostiene:
Por tanto, resulta ocioso comparar semejanzas casuales entre nombres constituidos de «lenguas élficas» y palabras de lenguas «reales» exteriores, especialmente si se pretende que esto tenga alguna relación con las significaciones o ideas de mi historia. Para tomar un caso frecuente: no existe conexión lingüística ni, por tanto, conexión de significación entre Sauron, forma contenporánea de una más antigua, θaurond-, derivada del adjetivo θaurã (de una base de raíz THAW), «detestable», y la palabra griega σαύρα, «lagarto».
Pero Gandalf tiene un nombre diferente cuando accedemos a la historia previa de la Tercera Edad: su verdadero nombre en las Tierras Imperecederas era Olòrin (que proviene de olo-s visión o «construcción de la mente»): Señor de los Sueños Creativos. Podemos aventurar, por el relato que le transmite a Pippin durante la cabalgata hacia Gondor, que fue Olòrin quien sugirió la creación de los Silmarils al elfo Fëanor; después de todo Fëanor (Espíritu Ígneo) tiene bastante del vivo espíritu del Gandalf encarnado, y no olvidemos quién era el guardián de Narya, el Anillo de Fuego. Olòrin durante la Primera Edad no fue un Valar (una Potestad de la Creación), sino un Maiar: un espíritu angélico menor, pero de enorme conocimiento. Y es aquí donde puede ser de interés calzar las gafas de las densidades de consciencia... en definitiva, un Valar es claramente un ser de Sexta Densidad, y un Maiar es una entidad espiritual de Quinta Densidad.

Cuando Gandalf el Gris muere al enfrentar a una poderosa entidad de servicio egótico/destructivo, como es el Balrog de Moria, y renace como Gandalf el Blanco, es posible percibir una transmutación, o si se prefiere, una ascensión. Algo parecido es lo que ocurre al elfo Glorfindel -un personaje trágicamente eliminado de la película- que al morir en una situación similar durante la Primera Edad, vuelve reencarnado evidentemente ascendido en un Maiar, todavía en cuerpo de elfo, con capacidad de manifestarse en su esencia pura si la situación lo amerita, como ocurre cuando enfrenta a los Nueve Jinetes en el Vado de Bruinen.

Gandalf, el Bodhisattva Gris
La religión budista posee el término Bodhisattva para aquella entidad orientada significativamente en el Camino del Budha, que sin embargo y por amor a la humanidad vuelve a encarnar. Las Transcripciones Cassiopaea y las del Material Ra poseen un término curioso para aquella entidad que trascendió la Tercera Densidad (el nivel de consciencia humano) y que sin embargo decide volver a encarnar para brindar servicio al prójimo: un Wanderer. Para el ojo entrenado, la simetría de las características y los nombres son alarmantes: los magos Gandalf, Saruman y Radagast son Bodhisattvas en una misión, enviados como heraldos por los Valar; y como el profesor Tolkien nos cuenta:
Eran emisarios de los Señores del Oeste, los Valar, que todavía se reunían para el gobierno de la Tierra Media, y cuando la Sombra de Sauron empezó a agitarse otra vez, adoptaron medidas para oponerle resistencia. Con el consentimiento de Eru enviaron a miembros de su elevada orden, pero investidos en el cuerpo de Hombres, reales y no fingidos, sujetos a los temores y los dolores y las fatigas de la tierra, vulnerables al hambre, la sed y la muerte; aunque a causa de sus nobles espíritus no morían, y sólo envejecían por los cuidados y los trabajos de los largos años.
Y esto hicieron los Valar en el deseo de poner remedio a los errores de antaño, en especial el de haber intentado guardar y recluir a los Eldar por obra de una gloria y un poderío plenamente revelados; mientras que ahora sus emisarios tenían prohibido mostrarse con una forma majestuosa, o tratar de gobernar la voluntad de los Hombres y de los Elfos por despliegues manifiestos de poder, y se les ordenó que, asumiendo una forma débil y humilde, orientaran hacia el bien con consejo y persuasión a los Hombres y a los Elfos, e intentaran unir en amor y comprensión a todos aquellos a los que Sauron, si volvía, trataría de dominar y corromper.
Es fascinante observar como su labor es precisamente unir en amor y comprensión a las densidades de consciencia inferiores, es decir, en marcar el camino de servicio al prójimo; y como esta tarea debe realizarse con humildad y sin imposición, es decir, respetando el libre albedrío.

La raza dirigente

Hay dos maneras de ver una realidad entrópica: como un caos auto-organizado, donde los egos se asocian de manera azarosa, por medio de sincronismos que parecen accidentales pero que poseen un propósito oculto, o bien como una jerarquía estratificada, con la salvedad que los pisos medios e inferiores son manipulados sin saberlo, y donde aquellos con nivel de elevada instrucción responden de manera obediente a los pisos superiores, que se distinguen desde bien abajo como un ojo sin párpado.

Tenemos la sensación que a mayor nivel de consciencia se debería incrementar la libertad, y esto es cierto mientras se elija la orientación no egocéntrica; la razón sencilla es que al no liberarse del ego, uno queda como prisionero de su engrandecimiento; considérese que los conceptos de ego e individualidad parecen estar interrelacionados, pero el ego es todo aquello que absorve mecánicamente hacia sí, buscando el propio beneficio en desconsideración de los demás, mientras que la individualidad busca el equilibrio; quizá la misma confusión entre deseo e intención: el deseo es subjetivo pues busca que la realidad se adapte a la ilusión, mientras que la intención es atención en busca de la oportunidad, que de emplearse, se convertirá en una realidad objetiva.

Enfoquemos nuestra mirada con este conocimiento en mente, y veamos como las jerarquías estratificadas funcionan bien en países en desarrollo; y es evidente el sustrato ideal para los gobiernos asistencialistas donde hallan el sustrato fértil de las masas ignorantes e iletradas; es posible ver con facilidad que estos gobiernos promueven la falta de educación, el libre pensamiento y la erudición del pueblo, y asimismo se camuflan como soberanos impolutos y confunden a las masas mediante argots de militancia y división: un excelente ejemplo de ponerogénesis tercermundista. Y es en este caldo de cultivo, donde las jerarquías de los estratos instruidos, en especial aquellas donde la religión los programa desde niños mediante rituales de pacto con las entidades teócratas, afloran y se transforman en el brazo intelectual político, ocupando las jerarquías de poder y administrando las instituciones gubernamentales, en palabras de Harrison Koehli:
La característica principal de una patocracia es que los psicópatas influencian la agenda económica, militar, política y cultural de un país. Como los camaleones, se camuflan con lo que los rodea. Dentro de esos parámetros desarrollan dramas, creando una nueva realidad según sus deseos. Y esta realidad es un engaño, terror, despiadada expansión y completa crueldad.
Esta realidad alarmante, aunque objetiva, es la que se puede ver en gran parte de latinoamérica, en donde las desapariciones físicas de los dictadores de turno se corresponden a un clamor orquestado eficientemente sobre los estratos más bajos, inyectando pequeñas dosis de regalías en puntos claves, beneficiando a aquellos adoradores que se rasgan las vestiduras, ofreciendo una clara imagen de la devoción humana esperada por las potestades teócratas; mientras, las jerarquías superiores obedecen ciegamente al inmediato superior, recibiendo mejores beneficios económicos y un acomodo material que las diferencian exponencialmente de la piara inferior; del libro Mensajeros de la Luz (Omens of Awareness, 1977) de David Tansley:
No hay que buscar mucho en este planeta para ver cómo las fuerzas de Ahrimán se esfuerzan con todos sus medios para volver los ojos del hombre hacia la materialidad y apartarle de todo lo que le traiga un mínimo de libertad interior. Estas fuerzas actúan a través de muchas augustas y ortodoxas instituciones, pero estamos en los albores de la Era de Acuario, y la corriente de energía que se pone a disposición de la humanidad debilitará en gran medida el poder de los intereses creados, siempre que el hombre llegue a decidir en ese sentido.

Ningún salvador vendrá volando desde Venus a decirnos lo que tenemos que hacer; el hombre tiene la iniciativa, y la Jerarquía Espiritual espera su decisión para intervenir. Tenemos que darnos cuenta de que el gobierno forma parte de la maquinaria para reducir la creatividad humana y reprimir la fuerza vital en todas sus expresiones.
Cuan fácil para el ojo entrenado es entender en qué realidad nos encontramos, y qué repugnante es el desdén mostrado hacia la masa ignorante, llegando a tener que alabar como dioses crucificados a dictadores ladrones. ¡Cuan intelectualmente orquestada es una realidad entrópica donde el esclavo suplica por una mejor cadena y mejores espuelas! El formidable escritor Jorge Luis Borges comentó al respecto:
Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomenten la idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados, ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez... Combatir estas tristes monotonías es uno de los muchos deberes del escritor ¿Habré de recordar a los lectores del Martín Fierro y de Don Segundo Sombra que el individualismo es una vieja virtud argentina?
Si depositamos nuestros ojos sobre la jerarquía superior, no vemos nada distinto que el efectivo programa mental del Antiguo Testamento, donde los heresiarcas de la posternación ocupan los puestos privilegiados, manipulando la información, aplicando una deplorable y nauseabunda justicia, e intentando ajustar la crónica de la realidad al pensamiento anhelante del gobierno de turno; mientras la prole se arrastra, ejecutando cabriolas o sollozos, según corresponda, en busca de las migajas del poder. Esta idea de someter la propia libertad y la del pueblo a un paradigma de “tristes monotonías” se acarrea desde la inyección exógena del Monoteísmo; en el libro The Curse of Cain: the violent legacy of monotheism (La Maldición de Caín: el legado violento del monoteísmo), Regina M. Schwartz prologa:
¿Pero por qué la violencia? ¿Por qué el clamar por una identidad colectiva es tan importante como para generar violencia? He hallado una respuesta a esta pregunta en el principio de escasez que infecta a todo el pensamiento sobre pertenencia. Cuando algo es escaso se debe competir por ello: por la tierra, por la prosperidad, por el poder, por el favoritismo, incluso por la propia identidad. En muchas narraciones bíblicas, el único Dios no es imaginado como un dador infinito, más bien como extrañamente miserable. No todos reciben la bendición divina; muchos son maldecidos —con escasez, miseria, enfermedad, agonía y muerte— como si hubiese un bloqueo cósmico a la prosperidad. Y es aquí, en el principio trágico de la escasez, que encuentro problemático aquello que el legado del Antiguo Testamento le ofreció a nuestra cultura. Aunque me he sentido alentada al encontrar algunos destellos de abundancia en el monoteísmo —como cuando cae maná del cielo para alimentar a todos— esos momentos no han proporcionado el mismo empuje a nuestra política, a nuestra cultura o a nuestra imaginación como sí lo ha hecho el principio de la escasez. La escasez fue codificada en la Biblia junto al principio de Unicidad (una tierra, un pueblo, una nación) y en el pensamiento monoteísta (una Deidad), se convierte así en una demanda de lealtad exclusiva que amenaza con la violencia de la exclusión. Cuando ese pensamiento es trasladado a las formaciones seculares de personas, “una nación bajo un único Dios,” se vuelve menos reconfortante que amenazante.
Aunque desde nuestra visión, el problema no involucra únicamente a los que profesen la religión judaica,(1) sino también a cristianos y musulmanes por igual, en definitiva, las organizadas religiones teocráticas que han aceptado el patrón mental de una entidad narcisista, egocéntrica y destructiva: el violento dios del Pentateuco es un claro exponente de la jerarquía negativa, tal vez relacionado con los Dioses Exteriores de la literatura lovecraftiana y con las entidades teocráticas del libro War in Heaven, (2) manipuladas en última instancia por aquel que los gnósticos denominaban El Demiurgo, semejante al concepto del Gran Arquitecto de las sectas masónicas. Permítasenos culminar este humilde esbozo ponerológico, con los comienzos del notable libro La Gran Manipulación Cósmica del prestigioso español Juan García Atienza:
Es alarmante que la existencia del género humano, desde los albores de la historia, se haya movido sin excepción por unos derroteros en los que cada palabra -y, sobre todo, las palabras esenciales de la vida- no adquiría su significado propio, único e irrevocable, sino las acepciones que en cada ciclo cultural convenían a los grupos de presión en turno de poder.
Es alarmante, sobre todo, comprobarlo ahora y aquí, cuando la mente del hombre está, en general, tan deformada por milenios de dependencia, que ya resulta casi imposible pensar que lleguemos algún día a darnos cuenta de nuestra auténtica situación y empecemos a llamar a las cosas por su nombre de una vez por todas; a entender su verdadero significado, sus motivos y hasta el lugar exacto que ocupan ellas en nuestra existencia y nosotros en la suya.
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