La Cuarta Densidad parece corresponder a lo que científicamente se conoce como estado de plasma; dentro del modelo físico aceptado al momento, el estado de plasma está formado por materia no bariónica (iones y electrones) en estado que subjetivamente entenderíamos como caótico, a diferencia de nuestra realidad bariónica (protones y neutrones que han atrapado iones y electrones).
Subjetivamente entendemos a la realidad del plasma como más acelerada o en estado de caos, diferenciándola de nuestra realidad que aparenta un mayor orden; pero de existir entidades que se desarrollen exclusivamente en el estado de plasma estas observarían nuestra realidad física como más lenta o congelada. Decimos exclusivamente porque los organismos biológicos a los que estamos acostumbrados también poseen una realidad etérica además de la física.
Desde hace años, los avances en las ciencias exobiológicas están planteando la posibilidad de procesos biológicos en materia no bariónica. Hemos de considerar que la materia física o bariónica es menor al 5% en el universo, correspondiendo un 25% al plasma o materia no bariónica; si hacemos una sucinta extrapolación estadística es inútil negar la posibilidad de vida, tal vez de naturaleza muy diferente a la que estamos habituados, desarrollándose exclusivamente en el estado de plasma.
Si nos atreviéramos a ver la realidad del plasma como la estructura subyacente sobre la que se sustenta nuestra realidad física, encontraríamos que las entidades que tienen el plasma como su hogar nativo podrían proyectarse con cierta facilidad utilizando materia corpuscular (bariónica) libre. Efectos de esto podríamos reconocerlos en las manifestaciones ectoplásmicas, tal vez en relación directa a los términos transdimensional atomic remolecularization/rearrangement presentes en el material sobre abducciones y visitantes de dormitorio; leemos en Fedom (El banquete) de Platón:
Hay, creo, otros pueblos que habitan otras partes que nos son desconocidas, porque por todas partes en la Tierra hay cavidades de toda clase de tamaños y de figuras en las que el agua, el aire y la niebla se han reunido. Pero la Tierra misma está por encima, en este cielo puro poblado de astros, y al que la mayor parte de los que hablan de él denominan el éter, del cual lo que afluye a las cavidades que habitamos no es más que el sedimento.
Sumidos en estas cavernas sin darnos cuenta de ello, creemos habitar en lo alto de la Tierra, casi como cualquiera que constituyera su morada en las profundidades del Océano se imaginara habitar encima del mar, y viendo a través del agua, el sol y los otros astros, tomara el mar por el cielo, y como por su peso o por su debilidad no habría subido nunca a la superficie y ni siquiera habría sacado la cabeza fuera del agua, no habría visto que estos lugares que habitamos son mucho más puros y bellos que los que él habita, ni encontrado a nadie que pudiera informarle de ello.
Éste es precisamente el estado en que nos encontramos. Confinados en alguna cavidad de la Tierra creemos habitar en lo alto, tomamos el aire por el cielo y creemos que es el verdadero cielo en el que los astros evolucionan. Y la causa de nuestro error es que nuestro peso y nuestra debilidad nos impiden elevarnos por encima del aire, porque si alguno pudiese llegar a las alturas valiéndose de unas alas, apenas habría sacado la cabeza fuera de nuestro aire impuro vería lo que pasa en aquellos dichosos parajes, como los peces que se elevan sobre la superficie del mar ven lo que pasa en este aire que respiramos; y si se encontrase con que su naturaleza le permitía una larga contemplación, reconocería que aquello era el verdadero cielo, la luz verdadera y la verdadera Tierra. Porque esta Tierra que pisamos, estas piedras y todos estos lugares que habitamos, están enteramente corrompidos y roídos como lo que está en el mar está roído por la acritud de las sales.
Tampoco crece en el mar nada perfecto ni de precio; no hay en él más que cavernas, arena y fango, y donde hay tierra, cieno. Nada se encuentra allí que pueda ser comparado a lo que vemos aquí. Pero lo que se encuentra en los otros parajes está aún muy por encima de lo que vemos en éstos, y para haceros conocer la belleza de esta Tierra pura que está en medio del cielo os diré si queréis una bella fábula que merece ser escuchada.Platón nos brinda su visión de la cuarta densidad como aquella realidad que se extiende en el éter, una hábil analogía al comparar las realidades de los mares (líquida o segunda densidad) con la nuestra en la atmósfera (gaseosa o tercera densidad). Haciendo el esfuerzo intelectual, podemos vislumbrar una realidad etérica más sutil y por encima de nuestra realidad bariónica.
Esto sería ciertamente análogo a la relación que existe en los bytes en la memoria RAM y los que se almacenan en un disco de una computadora. En esta analogía la memoria RAM bien puede representar el estado no bariónico o de caos, mientras que el disco se podría ver como un estado de mayor orden. Para alguien que desconociese los procesos que corren en dicha computadora, el estado siempre cambiante de la memoria RAM podría verse subjetivamente como caótico a diferencia del estado más congelado y estático de un disco; aunque objetivamente ambos se encuentren en cambio continuo si bien a distintas velocidades.
Mediante esta analogía es factible también ver que la realidad física se apoya sobre la etérica... ¿acaso es posible escribir bytes en un disco sin que estos antes pasen por la memoria RAM? En cambio, las entidades etéricas podrían existir independiente de un cuerpo físico... ¿acaso toda la información que pasa por la memoria RAM termina congelada en nuestro disco?