Efectivamente, algunos se encontrarán impotentes a resistirse o a cortar los hilos invisibles de las manos tenebrosas del astuto titiritero: el condicionamiento social coercitivamente implantado nos limita; pero otros reflexionarán y recordarán el lema del ars bellica de Sun Tzu:
Si te conoces a ti mismo y conoces a tu enemigo, no necesitas temer al resultado de un centenar de batallas. Si te conoces a ti mismo pero no conoces a tu enemigo, por cada victoria que ganes sufrirás también una derrota. Si no te conoces ni a ti mismo ni a tu enemigo, sucumbirás en cada batalla.Hemos hablado en numerosas oportunidades sobre el trabajo interior y el reconocimiento de las propias debilidades; nos concentraremos entonces en conocer estratégicamente al enemigo pero sin olvidar que los límites pueden estar difusos: no desconsideremos la posibilidad de que el enemigo acampe en nuestro interior.
¿Pero quiénes son los Manipuladores? El control requiere de una organización jerárquica, como una pirámide: pocos en la cima estratégica y muchos en la base. ¿Pero cuán lejos llega este ápice? Los estudiosos de regímenes totalitarios sabrán que los tentáculos confluyen en varias sociedades secretas acusadas de conspirar en la implantación del Nuevo Orden Mundial; pero el ojo entrenado comprenderá que el ápice estratégico se pierde en las brumas y nieblas de la cuarta densidad, fuera y debajo de nuestro planeta, más allá del tiempo lineal. El físico Fritjof Capra, famoso por su declaración que no hay diferencia entre vivir y aprender, en su libro El Punto Crucial nos comenta:
Si bien somos capaces de discernir las partes individuales de un sistema, la naturaleza de un todo siempre es otra cosa que la mera suma de sus partes. La tendencia de los sistemas vivientes a formar estructuras poliniveladas con distintos niveles de complejidad está extensamente difundida en toda la naturaleza y ha de considerarse un principio fundamental de la autoorganización. En cada nivel de complejidad nos encontramos con sistemas que son conjuntos integrados “autoorganizadores,” formados de partes más pequeñas. Cada nivel actúa y se comunica recíprocamente con su entorno.Entre los conceptos de Weiss y Capra podemos sintetizar algo importante: la Naturaleza (Cosmos) no busca control sino complejidad (¿pluralidad?) y la interpretación humana que podemos hacer estará limitada a nuestro nivel de consciencia; tal vez por designio, carezcamos del receptáculo mental para poder comprender a las entidades hiperdimensionales necesitando recurrir inicialmente a una elaboración subjetiva que se apoye en símbolos conocidos; quizá se trate de la razón por la cual esotéricamente se le brinda tanta importancia al cáliz filosofal, cuenco de la abundancia o matraz alquímico, en la que ciertas corrientes rosacruces ven el cráneo humano: la necesidad de la suficiente apertura mental para poder reconocer el titiritero tras el telón.
De este modo la predominancia del orden en el universo adquiere un nuevo significado; el orden en los sistemas es consecuencia de la autoorganización a un nivel superior... El aspecto importante del orden estratificado en la naturaleza no es la transferencia del control sino la organización de la complejidad. Los distintos niveles de sistemas son niveles estables de complejidad diferente, y esto nos da la posibilidad de una descripción diferente para cada nivel. Ahora bien, como ha señalado [el biólogo Paul] Weiss, “Cada nivel tomado en consideración es en realidad el nivel de la atención del observador.” La nueva percepción de la física moderna parece tener un significado en el estudio de la materia viviente: las estructuras de materia observadas son un reflejo de las estructuras mentales.
La humanidad está siendo ordeñada por entidades de consciencia superior con la capacidad tecnológica de viajar en el tiempo, reconfigurar el pasado y combinar universos alternativos para alterar probabilidades de ocurrencia o generar coincidencias artificiales, eligiendo como blanco para abducción, monitoreo y manipulación a cualquier individuo. Estas entidades son nativas de la cuarta densidad: un estado incrementado de existencia que interpenetra nuestra realidad tridimensional, y poseen la característica de fisicalidad variable: la capacidad de proyectarse en cualquier espacio-tiempo tridimensional; desde nuestro punto de vista, podemos interpretar dicha proyección como una aberración física, un hecho marginal al que asociamos con un episodio de irrealización.
Pero sus habilidades para operar por fuera de las leyes físicas conocidas no son las únicas; mucho del control subrepticio que ejercen sobre la humanidad es efectuado por una legión silenciosa, tal vez de una jerarquía menor, que se cuela en los intersticios ignorados, cincelados por la falta de balance e impecabilidad, la cual repta insaciable por su tesoro de guerra: la energía emocional y sexual provista por la masa humana. Esta oculta legión de parásitos busca sustento y cobijo en la oscuridad del subconsciente desconocido; Jonathan Zap nos comenta su visión:
Me parecía estar mirando dentro de las cavidades orgánicas que mi intuición me dijo que eran los órganos de mi cuerpo. Uno de ellos, estuve seguro, era mi corazón, pero visto desde un plano de energía alquímica: parecía una cámara con válvulas como portales, y todo estaba tejido de filamentos infinitamente intrincados de energía viviente; los colores parecían revelar secretos de la función de las diferentes estructuras. El corazón se reveló como un nexo complejo y transformador alquímico de las energías cósmicas, y no simplemente una bomba de fluido.
Pero de repente se produjo un cambio tan definido como el clic de un interruptor: una fuerza maligna se dio cuenta que estaba teniendo esta visión prohibida de la realidad sutil, y tomó medidas para aplacar esta insurrección: una respuesta inmunológica, un ataque feroz, fue lanzado hacia mí; este ataque interrumpió la visión prohibida que estaba teniendo, pero también proporcionó una instancia reveladora sobre la existencia de los parásitos mentales operando en mi cuerpo sutil.
Experimenté un ataque: una forma de pensamiento como un proyectil altamente cargado, como una bala de diamante rojo, que penetró mi psique, con la intensidad explosiva que genera la expansión de ondas concéntricas de miedo y perturbación. Mi mente pudo registrar este proyectil como una palabra en contracción: “cáncer-asesino, cáncer-asesino, cáncer-asesino;” y era acompañada de terribles imágenes: las escaleras de un sórdido sótano iluminado por una sola bombilla colgando, a los pies de la escalera un pollo con su cuello cortado, y débilmente visible una víctima escuálida de un campo de concentración mientras se deslizaba hacia un horno. Estas imágenes perturbadoras bloquearon mi prohibida vista alquímica de los órganos corporales.
Desde que tuve esta experiencia, a menudo me pregunto si otros ataques de ansiedad no se generan acaso de manera subliminal por las inyecciones urticantes de la energía del miedo proveniente de los parásitos de la mente. Un tema constante en la escasa literatura sobre los parásitos de energía es que viven de las ráfagas de intensas emociones negativas y deseos sexuales oscuros; se ha asociado incluso con antojos de ciertos alimentos, especialmente los alimentos azucarados o dulces: parece como si los parásitos mentales pudieran alimentarse de la temperatura del color rojo del metabolismo hipercalórico, el exceso de emotividad y la excitación sexual. Puede que no sean capaces de alimentarse de la energía más azul de la dieta hipometabólica, lo que en el Ayurveda se llama la dieta sátvica, que hace énfasis en pequeñas porciones, alimentos vivos y carbohidratos con un índice glucémico bajo. Son especialmente incapaces de alimentarse de una conciencia en un estado de homeostasis emocional.
La mano tenebrosa retira del tablero una pieza draconiana, pero quién la derrotó ¿el poderoso guerrero o un humilde peón? |
Una forma de apagar la conciencia de las personas es gatillar en ellas una reacción emocional que radicalmente contrarreste lo que se revela, de modo que la conciencia se cierre aún más fuertemente que previo a la revelación.En la siguiente entrega profundizaremos en lo que algunos investigadores denominan como coacción extraterrestre, y comenzaremos a analizar los métodos del velado tráfico energético hiperdimensional.
Esto es algo a tener en cuenta. Los ingenieros sociales y administradores de la percepción, los diseñadores fascistas, son como maestros ajedrecistas que juegan contra oponentes (nosotros) a quienes han enseñado a jugar y a quienes han hecho olvidar que alguna vez nos enseñaron estos movimientos. Nos han enseñado movimientos específicos que garantizarán que siempre socavemos nuestros propios esfuerzos para tener éxito (esto es, que nunca permitamos que la verdad nos libere), todas y cada una de las veces que usemos sus métodos.
Entonces, nuestros administradores de la percepción conocen cada movimiento que nosotros, sus estudiantes amnésicos y ahora “oponentes,” haremos; y saben exactamente qué movimiento realizar para provocar una reacción determinada de nosotros. Para ellos, es un juego de niños meternos en las creencias, valores, percepciones y comportamientos que extenderán aún más su control sobre nosotros. A los que tienen, se les dará aún más; a los que no tienen, hasta lo poco que tenemos les será quitado.